Agosto de calor y Fiestas: San Roque, Rocío Chico.

El agosto otrora de obligadas y apresuradas vacaciones es ahora remanso de paz, mes de las ausencias alternadas, los hijos cada cual por un sitio, y la mujer queriendo volver en contradictoria necesidad a la bulla, la vorágine del agosto playero. Le opongo resistencia numantina a esa opción y traslado a septiembre la salida vacacional del verano, este año cerca, que está sumamente vetusta la escudería y no es cuestión ni hacen falta grandes desplazamientos para cambiar de aires.

Nada , que en este agosto de temperaturas suaves, el cambio de las estaciones, su desplazamiento, es perceptible, extraordinariamente perceptible para una corta vida humana, a seguir con las rutinas de los días imprevisibles  del campo y sus demandas perentorias. Las obras para facilitar el control y la calidad de vida de la  reala de perros de caza, que nunca cazaron mas que algún gato distraído que se coló en su espacio vital, pero que no sabe uno que hacer con ellos sin lastimar la conciencia ni el afecto que terminas teniéndoles.

La huerta, viendo fenecer tomateras, pepinos y melones, recogida la cosecha de cebollas y judías verdes, desaparecidos los calabacines, sin fruto las fresas,  resistiendo pimientos y berenjenas y amostada aún verde, ¿exceso de riego? las uvas de Corinto. Quedan pocos melocotones de viña, está en su apogeo de producción azofaifo e higuera Coll de Dama. Espero que madure las judías azuki, que florecen y florecen y crecen y crecen hacia arriba, izquierda y derecha en feracidad selvática. Parece un comportamiento raro, extrañará la planta su clima originario y habrá perdido el norte de su ciclo vital.

En fin agosto de normalidad, pincelada por aquí, falseta por allá, interrumpidas, brévemente interrumpidas por la velá de San Roque. La velá de anoche, la procesión de hoy, el Rocío Chico de pasado mañana.

A saber. Los fastos de la Fiestas del Patrón me convocaban antaño allá donde estuviese. Buscaba acoplar los desplazamientos vacacionales para estar la noche del 15 de Agosto en el pueblo. En la velá de la plaza, hasta la bandera de sillas y veladores, todo el mundo expectante esperando disfrutar de la actuación que tocase en el improvisado escenario ubicado frente al Palacio de los Orleans. Los años de generosidad de las Instituciones, cuando la Cultura se asemejaba a la música en directo en las plazas, he podido paladear noches mágicas de artistas noveles o menos noveles con cachets asequibles pero calidad indiscutible. Ahí descubrí a India Martínez, su voz aterciopelada y el son con influencias del otro lado del Estrecho.
Y dio a lugar a la controversia, siempre había controversia con las actuaciones, era imposible agradar a todos, la música en directo de Pata Negra.
A algunos nos supo a gloria el espectáculo de  cantes de fragua, con fragua y todo, de Nano de Jerez. Pero parece que fuimos pocos, pues aquí a pesar de lo que pueda parecer no hay gusto por el "cante jondo", del flamenquito ligero no pases que se aburren. Dales sevillanitas y rumbas, y si quieres "jondura" fandangos de Huelva, no pases de ahí que les aburren hasta las bulerías. Por eso tuvieron tanto éxito Sin Lache, que vinieron a cubrir la negativa de una concursante mediocre de Operación Triunfo, a la que el escenario le pareció corto de espacio para sus bailes y se plantó con contrato firmado y todo.

Eso fue en mi segunda etapa de munícipe, en esos años donde nos planteamos la gestión participativa del Ayuntamiento y las fiestas las organizaban la comisión constituida al efecto por ciudadanos interesados. Y fueron "interesados" haciendo virar las actuaciones hacia los artistas locales, cosa que tenia sus pros y sus contras, y hacia unos interminables desfiles de modelos, también protagonizados por chicas locales. Fueron años de esplendor de las fiestas, de verdadera participación, de ejercicio de democracia directa en cuestiones que no por lúdicas son banales o frívolas. La elección de la Reina, de las Damas, era un entrenamiento de los jóvenes para el manejo responsable de sus derechos ciudadanos a intervenir en la vida pública, a tomar decisiones que tienen reflejo en lo colectivo.

¡Ah! Pero era la calma que precede a la tempestad, la tormenta perfecta del déficit público, de los agujeros negros en las cuentas municipales que parecieran no tener responsables, en el sentido más amplio y adecuado de la expresión.¡Que lucha, intentando poner raciocinio en el desmadre para tener que retirarme vencido, aburrido, hastiado de la frivolidad electoralista de los nuevos instalados en el poder local! A los que ayudé a instalarse con la ilusión vana de que fuéramos capaces de poner en marcha un ambicioso proyecto de reformas que encauzase la gestión a un razonable equilibrio de ingresos y gastos, de impulso de la vida económica a territorios menos expuestos a los caprichos de la naturaleza,  de puestos de trabajo menos estacionales, de habilitar estructuras que devolvieran parte del poder directo al pueblo del que emana. Para que el proyecto feneciese de hecho a los pocos meses, en cuanto los aspirantes a "instalados" calcularon su coste electoral y que pudiesen morir de éxito. Para que después, en el siguiente mandato , yo ya alejado y escarmentado de la experiencia, tuvieran que ser las duras condiciones del Gobierno Central quien pusiera orden de forma expeditiva en las cuentas, y los fracasos, sucesivos fracasos electorales hicieran volver la cabeza hacia el modelo desdeñado. Es aquello de "ya lo decía yo", que si alguna vez fue consuelo no compensa la desilusión.

De nuevo entro a la reflexión cuando lo que quiero hacer es pura narración, enunciación de los hechos, los acontecimientos, pero lo cierto es que la escasez de recursos se precipitó de golpe y acabó con la velás en la plaza, ahora se traslada al espacio escénico de la Dehesa,otro producto de los años de sueños de abundancia. Otras formas, otros tiempos de modestia y austeridad, de alternativas de financiación vía explotación de ambigú para la ONG, las Asociaciones culturales del pueblo. Tiene otro público estás nuevas velás, pero no carece de encanto. En esta edición nos ha sorprendido con la actuación en directo de una de las niñas del concurso " Se llama copla" junior, con ligazones familiares y afectivas en nuestro pueblo.



Y la entrega de un peculiar Fernando Soto de personalidad desbordante, voz y gestos de Lola Flores y son "bambineante".
Así recibimos la madrugada, entonando con Fernando las rumbas adaptadas de "Te estoy queriendo tanto", "La pared", "Los metales de tu voz", "Échame a mi la culpa", y las bulerías de "Pena, penita, pena" y popurrí de la Paquera de Jerez.



Todo esto entre montaíto de melva y montaíto de pollo, marinados con cervezas de barril a golpe de tiket de previo pago, es lo que hay en estos buffet a beneficio de algo, sota, caballo y rey, si quieres bien y si no no vengas.
El día del Patrón mañana de campo para no perder al costumbre, retorno a la hora del Angelus a uno de los cuadros montado en bastidor, en este caso un paisaje de la zona de acampada en la Dehesa, me voy primero a tomar apuntes al sitio, retando la calor del mediodía, para después plasmarlos con tranquilidad en el frescor del estudio-taller. Degustar un gazpacho con muchos avíos como única y refrescante comida, siesta de una hora de sobremesa, un poco de duermevela viendo televisión, de nuevo al cuadro, recoger al caer la luz, ducharme y arreglarme para la procesión del Patrón, en esta ocasión especialmente tarde.
Caminar en procesión hasta la plaza del mismo nombre del Patrón, desde allí salir en avanzadilla para coger mesa en la terraza de la Plaza de España, donde ya no cabía un alfiler.





Aventurarnos a trasegar una cerveza de consolación en los taburetes del barril, con ojo de águila para divisar la primera mesa libre, nada, ni una, la noche invita a quedarse al fresco en la Plaza. Hacemos la espera mas llevadera con sendas raciones de gambas y choco frito de Huelva, hasta que a eso de las doce de la noche, cuando entra el Patrón en la  Iglesia a ritmo del himno nacional, avistamos unas mesas y nos lanzamos a por ellas en vuelo rasante.

Albricias, justo cuando llegan las mujeres desde la procesión, sedientas y hambrientas de cosas materiales y saciadas en espíritu por la fidelidad al Santo Patrón al que han acompañado disciplinadamente del primero al último metro del recorrido. Ahora el apoteosis del bacalao screen a la plancha, con patatitas aliñadas, bocatti di cardinali, delicatessen glamourosa comparado con las montaitos de anoche, la cerveza igual, esa no cambia, cruzcampo pálida a 3º de tanque de salmuera. Se merece terminar la noche con un gin tónic en copa balón, liviano exceso de las ocasiones, en evitación de la cafeína de las colas.


Rocío Chico, ¿quien tiene ganas ahora de Rocío Chico?.

Rocío Chico en Agosto de los rocieros machos,
en la garrafita el mosto, en el dornillo el gazpacho.
He sacao del pocito agüita clara en un cubito
para lavar la cara ¡Ay! del Pastorcito.

Rocío Chico, de fiesta más íntima para Almonte, y Triana. Fiesta más recogida y religiosa, alejada de la masificación y la bulla jaranera del Rocío de Pentecostés. O así era, porque ahora parece que va camino de masificarse también.
Fiesta de acción de gracias, sin pavo anglosajón, a los favores de la Virgen, su intersección milagrosa para frenar las tropas del mariscal Soult, dispuestas a arrasar en 1810 la villa de Almonte, que se levantó en armas ante las levas obligatorias de sus ciudadanos y ajustició a un capitán y cinco soldados invasores. Un episodio trágico de los tantos de nuestra Guerra de Independencia, ligado al favor mariano de La Señora.
De esos cultos, ese dar gracias anual desde hace más de dos siglos bebe y vive el Rocío Chico.


En este Rocío con la Madre bullendo de vida acuática, y la Madre de Dios caminando entre su gente adornada de las ráfagas plateadas de estas ocasiones.


Pues sí, Agosto de Virgen de los Reyes, este año no he ido, San Roque y Rocío Chico.
Cada cosa a su tiempo, y para cada tiempo su cosa, ajeno a etiquetas simplificadoras.

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