Días de Enero
Despedimos al año con alegría desbordada, llenas las alforjas de deseos e ilusiones, pero tardamos poco en ver la botella medio vacía y asignarle a Enero un plus de dificultades. "La cuesta de Enero" que han de superar las economías y las naturalezas castigadas en los excesos de los últimos días del año anterior. Lo cierto es que Enero suele ser un mes de forzados equilibrios para no tener que dejar como un páramo las cuentas donde depositamos los escasos ahorros que nos permiten las dificultades de este tiempo de penurias y en el que acudimos más de lo habitual al rito social de los entierros, de los que por edad han decidido tirar la toalla en el ciclo de la vida.
Pero a veces la cuesta se vuelve empinada, casi como un ocho mil, y adquiere una virulencia inusitada. El drama de este Enero, la tragedia de Charlie Hedbo en Francia, sus características crueles y macabras me han traído al primer plano el recuerdo de otros días de Enero aciagos, que ya casi habían quedado sepultados entre los registros de las vivencias mas festivas de muchos Eneros posteriores donde lo de la "cuesta" era mas que nada un tema de conversación, tenían el valor fático del lenguaje, una excusa para iniciar la comunicación.
Este Enero de 2015 y aquel Enero de 1977 tienen en común el tiempo de incertidumbre en que discurren los días, con la diferencia que entonces caminábamos como pueblo con ilusión, hacia la luz de la libertad y ahora andamos confusos en el marasmo, las neblinas de las crisis económica y de valores, del aparente agotamiento del modelo europeo que soñábamos entonces alcanzar para nuestro país.
Pero nos ha tocado encontrar otro paralelismo más trágico en la barbarie desatada contra nuestro modo de vida, el que soñábamos, el que conquistamos con la lucha decidida de los pueblos para no someterse a ninguna forma de totalitarismo. Por eso quienes creen en la violencia como instrumento dialéctico de expansión de su ideología, la usan unas veces de forma indiscriminada para acobardarnos, hacernos replegar en nuestro individualismo egoísta y pusilánime de sociedad cómoda poco dispuesta al sacrificio, y a veces la dirigen de forma precisa contra quienes se atreven a ser adalides de la libertad, defendiendo sus bastiones o agitando las conciencias.
En este Enero el objetivo han sido los dibujantes, los escritores, de un medio que hace del humor y la palabra armas contundentes de defensa de la libertad, en aquel Enero fueron los sindicalistas aguerridos en la conquista de mejoras para los trabajadores, los abogados laboralistas que daban apoyo, cobertura legal a la lucha sindical.
Hoy París, ayer Madrid. Hoy el miedo, el peligro del avance de la intolerancia intentando ocupar los espacios de las democracias en libertad, ayer el miedo a tener que seguir viviendo en la Dictadura. Muy bien reflejó Bardem, el de entonces, aquel clima en su película "Siete días de Enero".
Siento hoy como propio el dolor de Francia, me emociona la solidaridad, la determinación en defender la vida que amamos, la que queremos seguir viviendo y dejarla en herencia a nuestros descendientes. Ayer fue la proximidad, la implicación en la lucha por el fin de la Dictadura la que me hizo temer el retroceso, la que me animó a arriesgar a pecho descubierto, manifestar la voluntad, la determinación de seguir en la lucha, venciendo los miedos en busca de una tierra que ponga Libertad, cantaba Labordeta.
Y caminar en silencio, como tantos demócratas, en el sepelio. Sumar grano al granero de la fuerza tranquila, ajena a venganzas, pero dispuesta a llegar hasta el final, a afrontar con determinación los riegos, que se desbordaba generosa por las calles de Madrid.
Si todos los que fueron inmolados, ayer y ahora, en el altar de la libertad merecen nuestro recuerdo, nuestro no olvido, tengo un lugar especial para Angel, compañero de lucha, al margen de las diferencias de matiz, despedido por la empresa en que ambos ejercíamos nuestro oficio, a cuenta de los desiguales enfrentamientos del 76 y que por eso se encontraba en aquel despacho el día que vino a buscarlo la muerte.
No nos moverán, cantábamos entonces y debemos cantar ahora.
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