La poda


Los vientos fríos de los últimos días han arrastrado las hojas que resistían, aferradas a sus ramas, en los árboles de la huerta. Los naranjos, los limoneros, lucen el amarillo pálido de la tristeza de los días sin sol. Todo anuncia que es tiempo de la poda, del daño necesario, quirúrgico, que vivifica y prepara para el resurgimiento.

Puede que en lo personal también sea tiempo de poda, de ir eliminando lo tóxico, la leña improductiva que consume energías personales, pero ahí está más difícil cortar, saber que ramas eliminar. Por eso procrastinamos diletantes , esperando que el tiempo o la distancia vengan a resolver lo que nosotros no resolvemos por miedo, desidia o comodidad. Y nuestro árbol de la vida se va llenando a veces de excrecencias, de ramas muertas que cortan el paso a la savia de la ilusión, de la esperanza, de la felicidad, o al menos dificultan la existencia de no pocos momentos felices.

Pero hablemos antes de la poda invernal que de la poética y personal. He de aprovechar para este menester las horas previas al Ángelus, cuando ya el frío de la mañana se amortigua y la escarcha es rocío. Y propiciar la ausencia de mi mujer en la finca, pues en cuanto me ve armado de tijera, de serrucho, se pone a temblar como si fuesen sus extremidades las que vengo a podar. Siempre le parece mi poda demasiado agresiva, se muestra muy compasiva con las ramas leñosas que cumplieron con el mandato de la naturaleza y lucha  para que  las indulte . En su presencia sacrifico la eficiencia de la poda por la paz conyugal siempre en difíciles equilibrios. Así que para evitar este conflicto de intereses he buscado los días mas fríos, que a han disuadido de su presencia en la finca. Y vaya si  han habido días fríos, cuando pareciera que íbamos camino del trópico aparece de pronto el frío continental y ya nos desorientamos de nuevo. No te digo mis rosales, que han pasado en unos días de la florescencia pujante a verse arrasados por los vientos gélidos.

Por eso es que me abrigo bien y me pongo a lo mío. Un toquecito al nashi, milagrosamente salvado del topetazo de uno de los palés que me sirven de protección para que los perrillos no accedan a la huerta.  Parecía irremisiblemente perdido este verano, pero dos brotes valientes han luchado por su supervivencia y ahora hay que orientarlos para que este año sea capaces de dar el estirón que los conviertan en ramas.



























Repaso al membrillo japonés, que tiende a abrirse como la sombrilla de una gheisa y pretende enseñorearse del camino.



























Primera poda a los jóvenes manzanos, como una circuncisión que les abra el mundo de los árboles adultos.







Poda de guía al damasco, buscando la esbeltez que requiere esta especie que se enrama frondoso buscando el cielo.



Y quitarle los humos al azofaifo, que se ha pavoneado este verano soberbio, sintiéndose invulnerable con su agudas puas, y no, hay que agacharlo lo justo para que alcancemos sus frutos pero no produzca daños al pasar junto a él.


Y me duele especialmente tener que dejar a casi ras del suelo a las plataneras, ver como caen los gruesos pero tiernos  tallos,  chorreando agua acumulada y repletos de biomasa. ! Que desperdicio cada año del esfuerzo en hacerlas crecer! Pero es lo que requiere esta planta para que nuevos hijos broten y se desarrollen.

 
 

Trastocados por los extraños vaivenes climáticos de este territorio de frontera e influencias cruzadas, he tenido que podar los rosales verdeando y llenos de nuevos capullos, para no tener que oír esa sevillana que los usaba como metáfora sobre el despropósito de sacar  en andas  a la Virgen del Rocío el lunes de Pentescostés, cada vez más temprano, .

No es natural, que florezcan en Enero, no es natural
que en Mayo es cuando florecen las rosas en el rosal.
Y tampoco es natural obligar a la Señora a que salga de su "nío"
el lunes por la mañana cuando el Sol aun no ha "salío".

Pues los he tenido que podar con las flores de Enero todavía turgentes, aunque algunas ya lastimadas por los fríos de los últimos días. Y los podo formando arbustos, para que después me sea fácil desherbar sin dañarlos.



 
  

Ahí están todos los que bordean la valla de la huerta, rosas de distintos tonos y valores, rojo oscuro aterciopelado, salmón tornasolado, amarillo medio, que cada año se mixtifican un poco.


Un ligero repaso al melocotonero de viña, clareando las ramas en espina de pez, con la ilusión de que este año cargue y seamos capaces de salvar la cosecha de tanto enemigo natural como la asedia.

 

Algo parecido a lo que he hecho con los almendros mollares, está será su segunda cosecha y no es cuestión de castigarlos en exceso, así que poda muy ligera en espina de pez.  Los almendros se están convirtiendo desde hace muy poco tiempo en una alternativa a la poca rentabilidad del olivo, pues los precios de la aceituna, tanto la de almazara como la de mesa se vienen desplomando de forma continuada hasta valores  de hace más de veinticinco años.

Por eso se están descuajando grandes estacadas de olivos centenarios de variedades autóctonas, cargados de historias junto a sus ramas nudosas, plantados de la forma tradicional en hileras o al tresbolillo, distanciados entre sí cuatro o cinco metros, para replantar en su lugar otras variedades de crecimiento y producción más rápido, pero que se agotan en no demasiados años, y  que se plantan alomados, en hileras, muy juntos, de manera que faciliten la mecanización de las labores de poda y recogida de aceituna. O los almendros, plantados con la misma técnica y finalidad. Un golpe más a los cultivos sociales que mantienen las rentas agrícolas y evitan el despoblamiento rural.


Poda ligera también a los limoneros cargados de nuevas frutas, a los naranjos a los que recientemente hemos cosechado las naranjas de invierno. Hay que retirarle los improductivos chupones, pero cuidar muy bien de no hacer daño a los brotes fruteros, ni retirarle follaje que será indispensable para proteger la fruta de los rigores del verano que vendrá.




Poda agresiva al granado que adolece desde hace un par de año de una extraña enfermedad que pudre el corazón de la fruta, sin que hasta ahora sepamos identificar causa y remedio.



Retirar bajeras, para arremangar la falda de la higuera que en el ultimo año se ha apoderado por fin de la tierra y crece firme mirando al cielo.



Y esperar unos días y refuerzos para meterle manos a las palmeras, hacerles una limpieza que facilite el tratamiento con imacoprid, ahora que no hay vuelos del picudo rojo que las asola. Viendo lo que pasa ahora con las palmeras a cuenta de ese insecto que en mala hora trajo alguien de Egipto, como las veo morir sin remedio a mi alrededor por negligencia o desidia, me imagino como fue en su día la catástrofe de la filoxera para las viñas. Me he empeñado en luchar contra esa plaga en el reducido ámbito de mi finca, y aunque con algunas bajas las voy salvando de momento, pero el puñetero picudo rojo aprende pronto, si las combato por el cogollo se va a la raíz y si combato cogollo y raíz se va a las puntas de las palmas. Veremos cuanto soy capaz de mantener esta lucha y quien vence al final.

A pesar del esfuerzo de mi cónyuge para mediatizar mi impulso quirúrgico, me empeño decidido en la poda de la arboleda y no me tiembla la mano en el sacrificio necesario para que en la primavera el resurgimiento sea más fructífero y provechoso,  pero como decía al principio cuesta más tener la voluntad de aplicar el mismo principio de mejora, la misma capacidad de decisión, en eliminar la leña seca, la hojarasca que sin darse uno cuenta enmaraña la vida.

Porque de que sirve mantener y sostener "amistades" y "amigos" que no ves que te respeten o valoren, que sólo están cerca cuando sopla el viento a tu favor y desaparecen si los necesitas. Y que hacemos con los familiares  que te provocan relaciones "toxicas" que se mueven en el terreno de la maledicencia, los celos egoístas y la hipocresía. De que sirven los compromisos sociales, la implicación en proyectos en los que te sientes utilizado para permitir el encumbramiento de otros, te dan jabón cuando eres necesario y te ningunean si tu aportación es irrelevante para sus objetivos. A que participar en actividades sociales, políticas, artísticas, culturales o religiosas,  que no te generan el fuego de la pasión creativa, el disfrute de la búsqueda y te dejan por contra  el mal sabor de la lucha estéril, del enfrentamiento inútil , del sufrimiento personal en definitiva, en ámbitos que debieran ser fuente de los momentos felices. 

Ramas improductivas, madera seca que ahogan el crecimiento, el desarrollo personal, el equilibrio de penas y alegrías a favor de estas últimas, pero que no encontramos las herramientas, la decisión, la claridad de distinguir entre chupón y frutero para acometer la poda, y pueden terminar secando, agostando tus posibilidades de vivir.

En la poda de cada año me propongo despejar esa maleza, me armo de las tijeras del entusiasmo, el serrucho de la determinación, pero al final me dejo convencer para que sea generoso en el indulto, indolente en la tarea.

Ventoleras psicológicas que me provocan los días nublados, por lo que cuando por alguna razón llegan las horas bajas, que intento sean las menos, siempre tengo el referente de la fidelidad de mis perros, su forma de pasar por la vida sin complicaciones ni remordimientos, su entrega sin condiciones a los afectos, que saltan alborozados en cuanto oyen el sonido del motor de mi todoterreno, por muy malo que esté el día, se restregan cariñosos y tiernos cuando los acaricio, y aullan lastimeros cuando les dejo en la finca.



































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