La edad de los metales
Pinté este cuadro hace unos años, cuando aún compartíamos el estudio colectivo de la Plaza del Convento el grupo de entusiastas pintores amateur. Era un ejercicio de las formas geométricas básicas : cubo, pirámide y esfera, que en mi afán por buscar la cuadratura del círculo pretendí darle sustancia de cobre, zinc e hierro respectivamente. Como lo del hierro no estaba muy claro decidí confirmarlo con la palanqueta de gavilla de hierro que descansa y forma la base de toda la obra. Todo me resultaba tan sólido, tan duro, tan inerte, que decidí darle un poco de frescura, vida, con el tarro de vidrio que siempre andaba estorbando y una cuantas rosas que corté de forma subrepticia en los arriates de la proximidad. Las macetas que traslucen estaban allí , en la ventana del estudio y me sirvieron de contrapunto.
Pero todo esto no era una idea que apareciese por ensalmo, por el soplo de las musas que rondaban a los voluntariosos, por la voluntad de serlo, meritorios buscadores de las inspiración en el arte. No, eso de los metales me rondaba la cabeza en razón a un poema ," Días de Ícaro" , garabateado en la convalecencia de una intervención quirúrgica de urgencia en los días anteriores, que había desvelado la vulnerabilidad, la levedad del ser, de quienes nos tomamos las cosas como si todo anduviese en la quimera, el señuelo de la trascendencia.
Lo reproduzco .
Días de Ícaro
evoca
memorias tenues, historias de días gozosos.
que
pude perder en la batalla, contra la sima cóncava y oscura.
sobrevolar
espacios cotidianos y concéntricos.
debilita
la fuerza del maltrecho entusiasmo.
llega
impregnado de dolorosas ausencias.
se
torna en lucidez confusa sobre el trecho recorrido.
hay
que prescindir de todo equipaje innecesario.
combatir
sólo en las luchas que no busquen la victoria.
alejarse
de fantasmas que se alimentan de penumbras.
y ciegan la mirada hacia lo que podría hacernos dignos.
para
renacer en las cenizas de las dudas.
disfrutar
de la pasión que traen los recuerdos.
tornarse
afilada caña donde hasta ayer fui junco.
de
las viejas dagas en el cuerpo a cuerpo.
en
las avanzadillas de los sin miedo al riesgo.
ni
su fulgor concita mis anhelos.
que
impide que sus rayos calienten al más humilde.
en
la hamaca de cáñamo trenzado.
oír
la risa del agua fluyendo en los goteros.
que
el caos sea la lógica del Cosmos.
prefiero
ser brote que germina inseguro.
que
toca recorrer en la edad de los metales.?
y
el oro estética amalgama que intente engañar a la sonrisa.
a
ilusorias hazañas en las guerras de Venus.
mientras
sigamos pidiendo más madera.
¿ Por qué retomar ahora ambas obras para esta entrada en el blog?. Pues porque, aunque en estos años transcurridos ha habido de todo y las hojas del calendario no caen en balde, hasta ahora me he ido enfrentando a las distintas vicisitudes con un entusiasmo inconsciente, inapropiado a la edad, hasta que una dolencia menor, común y trasversal, una lumbalgia, que, por fortuna, nunca había padecido en la vida, me postró momentáneamente, anunciando que aumentan los grados de la pendiente de la decrepitud.
Al escribirlo, contarlo en una nueva botella que lanzo a la blogosfera, creo la ilusión, de iluso, de que tenga un efecto taumatúrgico y traumatológico que me vacune contra recidivas inevitables.

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