Brotes en la lluvia de Abril

Cansino con el tema agro y sus vicisitudes, es lo que tiene ser campesino de vocación, vives al son que marcan sus tiempos, andaba preocupado por los caprichos de la Naturaleza, sus manifestaciones cada vez mas evidentes de hartura ante nuestras incompresibles agresiones que interfieren en sus ciclos.

Cada día miro ansioso, como si ese proceder animase los mecanismos naturales, que entrados ya en la primavera siguen hibernado algunos de los árboles de la huerta, en tanto otros han adelantado sus ciclos o de golpe se han vuelto estériles.

Así el nashi continúa imperturbable a la explosión de verde de su alrededor, parece que soñase indolente en las mañanitas de abril, dulces de dormir, con su Japón de procedencia y no apunta brotes nuevos por ningún lado.



Y eso que para encelarlo, y polinizarlo  si cuadra su proximidad genética, le he puesto cerca un peral de agua que, como el año viene así, sufrió un atentado de Olegario, el mulo que tengo en las cuadras cercanas, y del susto ha tenido brotes pero ninguna flor.



Otro tanto sucede con el kiwi, que permanece impasible, bullendo savia desde febrero, bajo su toldo de rafia.



Indago entre los agricultores de verdad de esta zona, que dada su carencia de expertís sobre ambas especies no saben darme razón del comportamiento perezoso de estas plantas. En mi próximo paseo en limonera hasta el vado del Quema me acercaré hasta la Hacienda, que según me dicen ha tenido o tiene plantaciones de kiwis. Aunque lo más seguro es que en la Hacienda Olontigi anden demasiados atareados en los preparativos para hacer frente a la temporada alta del ya inminente Plan Romero 2016, como para andar atendiendo mis cuitas de campesino amateur.


Así que me voy a la fuente universal de conocimiento , a la nueva enciclopedia general de Internet, a sus tutoriales y foros, donde hay más de espectáculo que de profundidad, y vengo a colegir que hago lo que critico. Lleno de buenas intenciones y bucólicas ilusiones, fuerzo a la Naturaleza a producir especies donde no se dan las condiciones objetivas para ello. El nashi necesita bastantes horas de frío y aquí hemos tenido verano hasta Diciembre, y el kiwi requiere poda en "T" en lugar de dejarle "enroscarse" y alta humedad relativa, que de eso ha estado la cosa regular.
¿Como no van a protestar haciéndose los remolones para brotar? Resignación y paciencia, es lo que hay.

Y por contra el níspero, cuando lo amenazaba con el hacha, pues también se mostraba algo perezoso en la floración, el miedo le hizo reaccionar al medio subtropical en el que vive y decidió producir una intensa floración el otoño pasado, concretada en cosecha adelantada al principio de esta primavera, que ya llevo días disfrutando en la mesa.




Pero el argumento para la huelga de brotes, que puede ser válido para las especies "exóticas"  de mi arboleda, carece de fundamento para algunas de las "autóctonas" y sin embargo ha funcionado la solidaridad vegetal y han permanecido en brotes caídos manzanos, nogales , parras y melocotón de viña.








Hasta que ha irrumpido otro elemento de la Naturaleza, otro vector en este nudo de fuerzas, el temporal, las nubes oscuras que vienen del Atlántico por la "verea" de Gatos.


 El abril de aguas mil que repiquetea en las tejas y canta al compás en los caminos.


Las aguas que ríen cantarinas en las acequias.





Y convierte en río navegable en carretas de plata, los caminos de Sevilla  hasta la Madre por una Raya Real de lagos, lagunas y correntines.




El agua vivificante que confío traiga equilibrio a la confusión, la ofuscación de parte de mi arboleda ante las agresiones voluntaristas y bienitencionadas a su naturaleza íntima, abandonen su ensimismamiento y broten con exhuberancia. Aunque me hagan como los almendros, que a los que podo agresivo al tuntún se cargan de fruta y al que trato con mimo de estilista vip, me regala un único especimen de almendra camuflado en un follaje intenso.




Y es que formamos parte de un todo, somos energía cósmica interaccionada, y hay que rasgar los velos de la ignorancia pedante para entender los mensajes, el lenguaje, que emplea la Pachamama para avisarnos de nuestros despropósitos de especie dominante. Que en nuestra infinita soberbia de seres autoerigidos en dioses mortales y finitos no aprovechamos las oportunidades para comunicarnos con la Tierra, oír su lamento o su goce, buscar la armonía de la verdad, o la verdad en la armonía que decía San Agustín, creo. Y albergar sentimientos de generosidad y respeto a lo que nos rodea.

Como hace la otra parte de mi arboleda, la sufrida y proletaria que produce sin exigir. Los cítricos que nos regalan el perfume del azahar.



Las austeras palmeras agradecidas al riego y el abonado orgánico, que nos producen dos cosechas, dos floraciones de dátiles que no hemos aprendido aun a utilizar bien, pues hemos olvidado las ciencias de los hombres del desierto y lo indicado en los tutoriales para la conservación de este fruto no acaba de dar resultado.



Las higueras, que resisten heroicas el ph de la tierra albariza de relleno y los mordiscos al paso del inefable Olegario.



Las plataneras, que renacen una y otra vez de la sanguinaria decapitación del invierno.



El granado , el azofaifo, el damasco , a los que siento unidos telúricamente, lo noto en sus vibraciones, a la parte oriental de beduino nómada hecho sedentario a la contemplación del rumor de agua, que mora en las espirales de mi ADN.





Y en estas reflexiones ando, cuando en medio de los chaparrones intermitentes pongo mis pasos  rumbo a la marisma, donde las yeguas pacen tranquilamente en la pradera turgente, y los riachuelos de plástico anuncian la siembra del mato.






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