Domingo de Resurrección

Como apuntaba en mi anterior entrada, estoy por volver a las botellas virtuales lanzadas a la blogosfera, sin destino ni dirección prefijada, como forma de conectar con posibles y desconocidos lectores sin tener que pasar por el conteo, el fielato comercial, de los ejemplares editados de forma convencional.

Sólo a los muy promocionados, a las plumas consolidadas en medio de la saturación de escritores noveles, o que recién han publicado sus obras, les merece la pena llevar esas cuentas. Para los demás es un verdadero milagro llegar a tiradas de mil ejemplares y no tengo el tiempo, la posibilidad, ni siquiera la pequeña vanidad, necesidad de reconocimiento, para andar preocupado por esa cuestión. 

Así que pongo manos a la obra, si nada espero todo será sobrevenido. Arranco con un relato corto, como experiencia puede ser lo mejor. Se trata de "Domingo de Resurrección", una historia de segundas oportunidades para la vida y el amor, la serendipia que facilita el crecimiento personal, la búsqueda, casi siempre forzada, de nuevos equilibrios para la vida, tras las rupturas que producen los caminos divergentes en el desarrollo emocional de cada cual. 

Está inspirado en hechos reales y conocimiento de sus protagonistas, es ella quien cuenta su experiencia, tuvo un final poco habitual, pero posible, para situaciones semejantes, y eso resulta esperanzador. 

Este relato concurrió a un concurso de vocación feminista, con poco éxito, seguramente porque no cumplía el standard que buscaba el jurado, o porque, como en tantos otros concursos de esa naturaleza, la decisión estaba tomada de antemano

Aunque el texto es corto, unas quince páginas, voy a publicarlo en capítulos, uno por semana, al gusto por lo breve que han propiciado la redes sociales. Ahí va el primero.
PRINCIPIO
Cuando andaba jugando despreocupada con mis amigas a ser mayor, en la inconsciencia de quien se adentra en la juventud en un escenario que parecía inmutable, nunca imaginé que me iba a deparar el futuro, ni que él iba a ser tan decisivo en mi vida. 

Cosas de la diferencia de madurez entre varones y hembras en la adolescencia, al principio no le presté atención a sus intentos de acercamiento, pues cuando yo ya empezaba a ser una mujer cuajada, él era aún un hombre en ciernes. Ya casi no recuerdo cuando y por qué me fijé en él. Quizás fueron sus ojos claros, que miraban de forma dulce pero penetrante. Quizás la suavidad y proporción de sus formas delgadas.

Lo cierto es que pasado un tiempo nació entre nosotros una fuerte atracción física, que pronto dio paso a otra cosa, un sentimiento compartido que creció muy rápido. A pesar de que éramos muy diferentes nos complementábamos.

Cuando me hablaba entendía sus miradas, pero me perdía en sus palabras. Su mirada era limpia y sincera, pero sus palabras, como un libro abierto, floridas y educadas, eran muy distintas a las que empleaban otros muchachos con los que paseaba. Parecía que su forma de hablar viniese de un lugar distinto al nuestro y no sabía bien si su conversación me interesaba o me aburría, de lo que estaba segura es que muchas veces no podía seguirle. Pero con todo, fue especial la forma en que siempre se me acercaba, lleno de delicada seguridad en sí mismo.

Empezamos paseando juntos hasta que un día, en la penumbra de mi calle, nos hicimos novios. Entre el pudor y el deseo descubrí las inquietantes y pecaminosas punzadas que me provocaban sus besos, besaba y acariciaba de una forma tierna y hábil.

Fue un tiempo de miel y canela, construimos una burbuja a nuestro alrededor en la que flotábamos ajenos a cualquier realidad incómoda.

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