El duende, los duendes.
Es curioso como desaparecen las palabras del léxico común. Puede que en esta época de influencias cruzadas, de aldea global, lo hagan con mucha más rapidez que en el pasado de velocidad lenta, de evolución endógena, de aislamiento relativo.
Cuando en la juventud hube de abandonar el refugio de la tierra que me vio nacer para explorar otras opciones de vida, cruzando España de occidente a oriente, tuve ocasión de constatar como hablábamos el mismo idioma teórico que el resto de nuestro compatriotas españoles, pero soportado en un léxico propio, más parecido al de los pueblos de América que comparten lengua con nosotros, que al que utilizan otros pueblos de España. Ahora veo como todo se homogeneiza, pierde variedad y riqueza, en la propia Andalucía, donde también el occidente impone sus peculiaridades culturales e incluso modos lingüísticos al oriente.
Cuando en la juventud hube de abandonar el refugio de la tierra que me vio nacer para explorar otras opciones de vida, cruzando España de occidente a oriente, tuve ocasión de constatar como hablábamos el mismo idioma teórico que el resto de nuestro compatriotas españoles, pero soportado en un léxico propio, más parecido al de los pueblos de América que comparten lengua con nosotros, que al que utilizan otros pueblos de España. Ahora veo como todo se homogeneiza, pierde variedad y riqueza, en la propia Andalucía, donde también el occidente impone sus peculiaridades culturales e incluso modos lingüísticos al oriente.
Pero yo iba a las palabras que de pronto dejan de tener presencia, y en esas andan "los duendes", "el duende". En unos casos la expresión servía para denominar, nombrar, a los personajillos misteriosos y traviesos capaces de obrar de forma solidaria o pícara, pero siempre sobrenatural y mágica, y en otros intentaba describir lo indescriptible, la forma misteriosa en que el "arte" en particular el flamenco consigue inexplicablemente emocionarnos.
Los "duendes" eran causa de algunos misterios cotidianos y "el duende" parecía poseer a quien era capaz de interpretar arañándonos el alma.
Pues el duende, los duendes, se han escamoteado con habilidad, escondidos tras el uso y abuso de la avalancha de palabras como creatividad, innovación, racionalidad, impulso. Deben andar debajo de la misma mesa que la solidaridad, la igualdad, la honestidad.
Los "duendes" eran causa de algunos misterios cotidianos y "el duende" parecía poseer a quien era capaz de interpretar arañándonos el alma.
Pues el duende, los duendes, se han escamoteado con habilidad, escondidos tras el uso y abuso de la avalancha de palabras como creatividad, innovación, racionalidad, impulso. Deben andar debajo de la misma mesa que la solidaridad, la igualdad, la honestidad.
Para estos personajes imaginé en mis ensoñaciones una sustancia corpórea, antropomorfa, de rasgos estilizados, influenciado sin duda por las imágenes de seres de otras latitudes del Universo, superiores y puros, que nos ha trasladado el cine o la televisión. No hay nada nuevo bajo el Sol y todos construimos nuestro imaginario a partir de impulsos externos.
Así intuía debiera ser el duende del amor, de la ternura, flotando azul sobre el agua verde de un lago en calma.
O los duendes del yig y el yang, el bien y el mal, opuestos e iguales bajo el árbol de la vida.
Los duendes fatales del abatimiento, la debilidad, la enfermedad, conocedores de la pérdida de su energía , postrados orando ante el origen omnipotente de la fuerza que permite la recarga.
En la oración implícita de estos versos, asumiendo la debilidad , exánimes, pero portando la bandera de la esperanza.
Días de Icaro
La consciencia en
el límite de dos mundos
evoca memorias
tenues, historias de días gozosos.
La energía de los
afectos nucleares recargan el aura dorada
que pude perder
en la batalla, contra la sima cóncava y oscura.
Herido por el
frío acero , intentas despegar el vuelo
sobrevolar
espacios cotidianos y concéntricos.
El fuego helado
de una escarcha virtual y sinuosa
debilita la fuerza
del maltrecho entusiasmo.
El eco de los
caminos hacía la Madre
llega impregnado
de dolorosas ausencias.
La trayectoria espiral
hacia la luz del conocimiento
se torna en
lucidez confusa sobre el trecho recorrido.
El declive se
anuncia preciso, inquietante, denso
Hay que
prescindir de todo equipaje innecesario.
Reformular la
escala de las cosas esenciales
Combatir sólo
en las luchas que no busquen la victoria.
Contagiarse del
resplandor de las almas de nardo
alejarse de fantasmas
que se alimentan de penumbras.
Protegerse de
los brillos banales que deslumbran
Y ciegan la
mirada hacia lo que podría hacernos dignos.
Arder en las
brasas de las verdades intuidas
para renacer en
las cenizas de las dudas.
Amar la vida
sin avidez ni sobresaltos
disfrutar de la
pasión que traen los recuerdos.
O quizás no sea
tarde para volver a la lucha
Tornarse
afilada caña donde hasta ayer fui junco.
Recuperar la coraza
de los tiempos duros
De las viejas
dagas en el cuerpo a cuerpo.
Cargar contra
los muros de ídolos de barro
en las
avanzadillas de los sin miedo al riesgo.
Ya las alas no
me elevaran hasta el Sol
ni su fulgor
concita mis anhelos.
Pero puedo
ayudar a rasgar los velos de la urdimbre
que impide que
sus rayos calienten al más humilde.
También puedo
dormitar bajo el azofaifo
en la hamaca de
cáñamo trenzado.
Esperar que
madure el melocotón de viña
oir la risa del
agua fluyendo en los goteros.
Puede que nada
espere o deba ser cambiado
que el caos sea
la lógica del Cosmos.
Me cuesta
ser tronco que la corriente arrastra
Prefiero ser
brote que germina inseguro.
¿Donde está el
mágico rayo que ilumina la ruta
que toca recorrer en la edad de los metales.?
Puede la plata
ser nieve que da frescura al intelecto
y el oro estética amalgama que intente engañar a la
sonrisa.
El plomo sí, el
plomo es contrapeso inevitable
a ilusorias
hazañas en las guerras de Venus.
Nos queda el
amor propio , crepitando
mientras sigamos
pidiendo más madera.
La que te hace sobrevivir en el caos poliédrico de este tiempo.
Los duendes traviesos que recomponen el rompecabezas de tu espíritu mientras duermes o meditas, que en ambas situaciones liberas la mente de la realidad obtusa que te circunda, para permitir que ellos hagan su trabajo. O el "duende, que viene a la garganta, a los dedos que corretean por el mástil de la guitarra, arrancando vibraciones, sonidos, acordes, para alumbrar el "quejío" que no requiere de adornos para hacerse entender por el alma.
Los duendes, que satisfechos de haber cumplido su misión o descorazonados por la impotencia, lo inútil de sus esfuerzos en medio del materialismo mas insensible, reposan, bajo palio, en el manto rojo, la colcha de seda de su lecho mágico.
Y en ese sueño duermen las palabras que les daban vida.
Los duendes, que satisfechos de haber cumplido su misión o descorazonados por la impotencia, lo inútil de sus esfuerzos en medio del materialismo mas insensible, reposan, bajo palio, en el manto rojo, la colcha de seda de su lecho mágico.
Y en ese sueño duermen las palabras que les daban vida.
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