Domingo de Resurrección - Miedo

 


MIEDO

 

Yo trabajaba ocho horas de lunes a viernes, atendía la casa y el niño, él trabajaba las mismas o más y se dedicaba a estudiar. Sólo nos veíamos por la noche, bañábamos al niño y jugábamos un rato con él juntos. Hacíamos el amor deprisa los días entre semana y más tranquilos, si el niño nos dejaba, los sábados y domingos. Los sábados era nuestro día de salida en familia, buscando cualquier rincón verde en medio del cemento, las cervecerías que oliesen a gambas, algo de ese olor característico que nos transportase a nuestra tierra, a los bares de nuestra tierra.

Bromeando él siempre me decía que entre semana era un engrase ligero y el sábado y domingo el petroleado de bajos. Pero el cansancio iba instalando entre nosotros una cierta rutina.

Vinieron tiempos convulsos e inciertos, excepcionalmente convulsos e inciertos para mi forma de ver la vida entonces. Por eso cuando supe que parte de su misterioso ir y venir no tenía mucho que ver con ninguna otra mujer, sino porque formaba parte de una organización política y sindical, todavía clandestina, me asusté por los que le pudiese pasar a él si lo detenían ¿Qué íbamos hacer yo y su hijo?. Yo no entendía por qué corría riesgos, por qué no pensaba más en su familia. Algunas noches venía tarde de la Universidad y algunos sábados o domingos se ausentaba a reuniones sin muchas explicaciones. Le preguntaba, pero él siempre decía que mejor era que no supiera nada.

Un día vino la policía a buscarle cuando él no estaba y me quise morir. Estuvieron haciéndome preguntas de quien iba y venía a casa, con quien se juntaba, que si esto que si lo otro. Se reían con sorna y decían que no entendían como él se estaba complicando la vida teniendo una mujer tan joven y guapa. Muerta de miedo le supliqué que dejara la actividad política, él intentaba tranquilizarme diciendo que no pasaría nada, que muy pronto las cosas iban a cambiar y dejaría de tener miedo.

Otro día en el transcurso de una manifestación lo detuvieron y apalearon. Me había advertido que estuviera preparada y viendo que no llegaba a casa, dejé al niño con unos vecinos y atacada de los nervios pude localizar a algunos de sus compañeros que no habían sido detenidos. Tuve que ir a buscarlo a la comisaría. Allí me encontré con otras mujeres en mi misma situación.

Muchas de ellas eran militantes como sus hombres y me sorprendió el valor y la entereza que mostraban, mientras que yo estaba destrozada y asustada. Pero yo seguía sin entender todo aquello. Cuando alguien proponía algo en la fábrica no me hacía notar, sólo pensaba que sería de mi niño si a los dos nos pasaba algo. Le imploré de nuevo que se olvidara de la política y él me decía que no podía rendirse, que la democracia estaba a la vuelta de la esquina.

Hubo un momento en que el movimiento de huelgas y manifestaciones en todo el cinturón industrial donde vivíamos se hizo muy grande, casi todas las empresas importantes se vieron implicadas, la suya también. El formaba parte del Comité de Huelga, del otro lado jugaban fuerte, hubo represión y lo despidieron de su empresa. Estábamos pasándolo muy mal, los dos, él también, sin saber qué hacer y sin querer decirle nada a la familia.

Llegamos a valorar retornar al pueblo y buscar trabajo por allí.  Ya me había ilusionado, pero las movilizaciones continuaron hasta que sus compañeros consiguieron que readmitiesen a todos los despedidos. Él se olvidó de todos los planes de retorno a nuestra tierra.

Por fin vino la democracia y terminó sus estudios, pero no recuperamos la normalidad que yo esperaba. Se convirtió en dirigente de su organización sindical ya legalizada, acabaron los sobresaltos, pero sus ausencias se hicieron mas frecuentes. Algo empezó a romperse entre nosotros.

Yo paseaba muchos días sola con el niño por el parque, y mitigaba mi soledad conversando con padres y madres de los otros niños que jugaban por allí. De ahí entablé amistad con un vecino con el que solía coincidir. Me gustaba su conversación y me sentía acompañada. Un día me hizo proposiciones y aunque le rechacé rotundamente no dejé de pensar como sería mi vida si tuviese una relación con otro hombre.


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