Al Gran Hermano
Me deja sorprendido que este blog , que nace como una palabra al aíre, vaya teniendo lectores, pero lo más inquietante es que los primeros que conectan se ubiquen en el corazón del Imperio. Influenciado quizás por todo lo oído y leído sobre el largo brazo del Gran Hermano en las redes, llego a pensar que quizás todo obedezca a que el sonido "al " en el alias de este autor y en el propio nombre del blog, suene arabizante y haya disparado los mecanismos automáticos de seguimiento.
Por si fuese así, quiero tranquilizar a quienes estén detrás de esas pantallas de seguimiento, que imagino en este impulso paranoide que me surge al ver el mapa de las lecturas del blog.
He de confesar que a unas de mis almas le emociona el verde omeya de este nuevo Al-Andalus donde nací y vivo, en tanto la otra se abre al rojo y gualda de las Españas, que he recorrido de punta a punta. Pero una y otra se encuentran y se sienten cómodas en esta nación de naciones.
He llegado a la conclusión de que la verdad es una luz blanca que atravesando un prisma de cristal se descompone en toda la gama de colores del arco iris y en una infinita gradación de matices. Para revertir ese efecto es preciso que una intensa mezcla de estos colores se mueva girando como lo hace el mundo.
Podéis orientar tranquilos vuestras antenas en otra dirección, que navego en ese caleidoscopio tibio, ajeno a fatwas y excomuniones, contrario a cualquier tipo de violencia, pero dispuesto a defender con energía un espacio de libertad donde crecer junto a los míos.
Eso sí, defiendo con pasión la parte de mi naturaleza que no dejan traslucir mis viejos apellidos castellanos, pero son evidentes las mezclas que repuntan en mi morfología, la imagen que me devuelve el espejo de morena piel olivácea de los hijos del desierto, que pugna por imponerse a los rasgos nórdicos en la mirada, que según decía mi madre heredé de mi padre. Norte y sur, mestizaje inevitable por donde camina la especie humana.
Por ello me reivindico en ese Alkatí, de la estirpe del godo que abrazó Granada y corrió su suerte, cuando la intolerancia de unos hizo imposible la libertad de los otros, uniéndose a esa otra diáspora tan poco visualizada en nuestra Historia escrita por los conquistadores, que llevó en la letra escrita los rasgos de aquel pueblo de tres culturas, tres voces de un mismo Dios, hasta las misma arenas de Toumbuctú, donde han permanecido dormidos durante siglos hasta que emergieron gozosos de la mano verde y blanca renacida, libre de cadenas.
O en esa Almáciga sembrada a resguardo de los vientos, que verdeará turgente en Marzo para llenar de color y pujanza la huerta morisca que cuido y labro, admirado como mis ancestros del rumor del agua, que cae y alimenta gota a gota. O es resina olorosa que une el mármol tallado por manos gobernadas por un espíritu invisible e inquieto.
Ese alma es la que inspira la cadencia de estos versos,
Fue en
Granada
Perezoso duerme
el tiempo a la sombra del ciprés
En las
acequias por donde corre el agua
hacia el
frondoso jardín que trepa en la colina,
entre la
piedra rojiza que reta al cielo.
Vibra aquí el
alma de mi pueblo, azulejo, madera y yeso,
esculpidos por las manos y el sudor del
artesano
empapando de
sabiduría los años eternos
del eco de
tres voces del mismo Dios.
Nos roba el frío mármol la sombra del granado,
prepotente el tosco granito del Norte
en la dolorida
entraña del suave ladrillo,
que sobrevive
pujante en los arcos de herradura.
Grata fue a la
mirada de Borges,
cincelada en
metal junto a la fresca yedra,
y
siento, una vez más la otra
historia
negada a tantas generaciones
de mirada ajena al dolor compartido .
Cruel y eficaz
la espada del cruzado,
hizo profunda la sima del Estrecho
y dejó más allá de Yebel Tarik , huérfano al
hermano,
que
ensimismado , aún hoy, busca su otra parte.
Tiñó de sangre
el turbante de El Zagal,
dejó mudo el
verso de Al Mutamid,
quemó el
claro discurso de Ibn Jaldún,
en la hoguera
de la ignorancia y la superstición
de la fe impuesta a hierro.
A este lado,
sin huerta ni alquería, siglos pegados a la tierra,
como un surco mas del
latifundio, telera y gazpacho
en chozas de
enea, al capricho del amo,
sólo sensible
al grito del desgarro, si era filtrado
en suave
manzanilla de las noches de amor pagado.
Pueblos, que perdido
el Sur,
buscan en el
gris Norte, el pan y la sal de la libertad,
mustias y
agostadas en marismas y campiñas,
ausente de los corazones y las almas.
Ayer barracón
y jergón de paja,
maleta de
cartón y tren carreta,
hoy cabalgando a lomos de frágiles pateras,
hacía los
inmensos horizontes del mar de plástico,
dejando la
vida en prenda,
Floreció en estos campos el verde de los omeyas
para romper viejas cadenas y derribar nuevas
murallas,
allí es color
de yugo que atenaza
por quienes alzan
los ojos al cielo
sin querer ver la Tierra .
Aquí somos
como siempre fuimos , parte del otro ,
crisol y
fragua, yunque de platero, amocafre y gubia,
mano tendida a la otra orilla , pues cuanto
mas de aquí
mas del universo.
Perdieron
ellos en montañas y valles,
mezquitas y
sinagogas, abandonadas a sangre y fuego,
el grial de la
tolerancia, que una vez nos hizo grandes
sabios, fuertes y condescendientes.
Causa dolor
ver entre los míos, el miedo aprendido
de otras
gentes, ajenas a nuestra propia esencia,
que azuzan a
la burda violencia contra el otro
y repudia al que busca, lo que antes
buscábamos nosotros .
Cavilo estos
pensamientos, libre la mente,
cautivos los pies y absorta la mirada,
mientras cruzo, una vez mas,la
Puerta del Vino,
tras el guía , perfil aguileño y eles palatales
cautivos los pies y absorta la mirada,
mientras cruzo, una vez mas,
tras el guía , perfil aguileño y eles palatales
de la
generación que retorna de la diáspora.
Se empeña en
explicar con retórica de licenciado,
lo que ya me
contaron las espirales de mi ADN.
Cuando lo
comprende habla de lo que entendemos,
la luz, el
agua, y el color de la vida.
Empinadas
calles de cantos rodados, de nuevo Albayzin,
cármenes que guardan celosos los
frescos jardines,
donde se
intuyen aromas de azahar y parra
entre el olor
de los menús para turistas.
Miro la Vega , como lo haría Alhamar,
sabiendo que en este valle cabría el
Universo,
que todo invita a luchar y vivir por
esta patria,
capaz de vencer a quien la conquista.
Bajo
alborozado, la chumbera,
plena de higos
alusos que repuntan ,
me transportan
a otro valle no lejano
y a la paz del
sonido de la noria llenando la alberca.
El cuerpo
libre de las cadenas de la mente,
termino la noche en el club para otoñales,
donde jugar
con la propia y arriesgar con las otras
el giro de la cintura, antes de que llegue la
artrosis.
O la que empuja a la mano a labrar esta huerta,
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