Almudes, fanegas y arrobas .
A mi vuelta tras décadas de ausencia al mundo rural en el que nací, idealizado de alguna manera en la distancia relativa, pues nunca me fui del todo, como bien dice el fandango : Aunque me voy, no me voy aunque me voy, no me ausento porque me voy de palabra pero no de pensamiento aunque me voy, no me voy Como decía, a mi vuelta, en el vivir día a día es cuando percibes que ya nada es igual, que los cambios han alcanzado a todos los conceptos, los rasgos diferenciales han desaparecido en una homogeneización quizás necesaria, pero sin duda empobrecedora. En el tiempo en que el grano guardado en el "soberao" se media en almudes, y la tierra en fanegas, cuando había hazas en lugar de parcelas, mirábamos desde lo alto de la torre, en el campanario que servía de atalaya para otear en mayo el horizonte de carretas, que como bandadas de palomas blancas se intuían cruzando el Quema, o para vigilar el riesgo de incendio de los sofocantes veranos de gazpacho y siesta.