Día de Reyes
Caminaba el pasado día cinco de enero en pos de la cabalgata de Reyes, sorteando la ingente cantidad de caramelos sembrados a su paso, que nadie se agachaba a recoger. Mientras el consciente iba evitando el traspiés, otra zona del ordenador de a bordo andaba reflexionando de urgencia sobre los signos del despilfarro en estos días de excesos, y seguramente emitiendo ondas telepáticas sobre el tema, porque un amigo que caminaba a mi lado expresó en voz alta : -¡ Digo si nos hubiesen tirado a nosotros tantos caramelos, también iban a quedarse tirados en el suelo esperando la barredora !. - ¡Fíjate!, en nuestros Reyes había menos caramelos y mas higos pasados- Contesté, porque me vino a la mente el papel de traza a modo de cucurucho, repleto de higos pasados y escaso de caramelos con que nos recibía la mañana del seis de enero. Y poco más, los juguetes eran excepciones dignas de los fuegos artificiales de nuestra imaginación. Pero no voy a detenerme demasiado en el recurrente