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Mostrando entradas de febrero, 2015

La poda

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Los vientos fríos de los últimos días han arrastrado las hojas que resistían, aferradas a sus ramas, en los árboles de la huerta. Los naranjos, los limoneros, lucen el amarillo pálido de la tristeza de los días sin sol. Todo anuncia que es tiempo de la poda, del daño necesario, quirúrgico, que vivifica y prepara para el resurgimiento. Puede que en lo personal también sea tiempo de poda, de ir eliminando lo tóxico, la leña improductiva que consume energías personales, pero ahí está más difícil cortar, saber que ramas eliminar. Por eso procrastinamos diletantes , esperando que el tiempo o la distancia vengan a resolver lo que nosotros no resolvemos por miedo, desidia o comodidad. Y nuestro árbol de la vida se va llenando a veces de excrecencias, de ramas muertas que cortan el paso a la savia de la ilusión, de la esperanza, de la felicidad, o al menos dificultan la existencia de no pocos momentos felices. Pero hablemos antes de la poda invernal que de la poética y personal. He d