Balada de otoño
Una balada en otoño, un canto triste de melancolía, que nace al morir el día. Una balada en otoño, a veces como un murmullo, y a veces como un lamento y a veces viento. Nos lo cantaba Serrat recordando a Machado, nos lo cuentan los hombres y las mujeres del tiempo, ya estamos en el otoño astronómico, no digo yo que no. Me lo habían avisado antes los tres almendros nuevos de la huerta, jóvenes e inconscientes, las hormonas revoloteando por la savia, que han sido los primeros en desnudarse, desprenderse de las hojas que los visten, sin ningún pudor ni prudente espera a que avance la estación. Empiezan a peinar canas los fresnos y el melocotonero, las hojas cayendo desmadejadas sobre la grama verde. Se resisten a cambiar de ciclo la higuera, el azofaifo, los frutos en sazón caen y dejan paso a otros nuevos, las hojas permanecen fieramente agarradas a las ramas. Están en sazón los membrillos, prestos a convertirse en la rubia